martes, 16 de junio de 2015

los 3 cochinitos


el mito

EL MITO

Cuento Infantil para niños y niñas; escrito por: Mariana Vanessa Saldaña Armas (9 años) (Perú)
Había una ciudad llamada Grusevill, donde llegó a vivir una familia que desconocía sobre el mito de terror que allí se creía. Este se trataba de que si una niña que el día de Halloween se fue sola al bosque y vio su reflejo en el lago del pueblo, en ese momento apareció un demonio que le quitó su alma, pues de eso se alimentaba.
Un día Linda, la hija mayor de la familia se dirigió sola al lago, pues no quería que a su familia la pasara nada malo, pero al mirar su reflejo en el lago, su alma se la llevaron, y perdió la conciencia.
cuento-infantil-halloween
A la mañana siguiente Linda despertó en su cama, pero todo parecía diferente, se había vuelto terrorífico, sus padres y hermanos no estaban, y afuera llovía ceniza y estaba nublado. Al parecer estaba sola en ese pueblo, entonces sombras oscuras comenzaron a rodearla, y atemorizarla. Linda salió corriendo hacia la iglesia del pueblo, para resguardarse del peligro.
Cuando llegó a la iglesia sonó la campana y todo se oscureció, pero ella se sentía a salvo dentro; caminó hacia una banca y se acostó rezando y mirando la imagen de Jesús en la cruz, quedándose completamente dormida.
Al despertar, estaba nuevamente a orillas del lago. Retornó a su casa, al llegar vio a toda su familia, los abrazó con mucha alegría, y prometió que jamás se apartaría de ellos.

los cuentacuentos de Beatriz Montero

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fabula el caballo y el asno

Fábulas para niños. El caballo y el asno

El caballo y el asno. Fábulas infantiles para educar en valores

Una fábula es un cuento corto que contiene un mensaje de enseñanza o moraleja para enseñar a los niños diferentes valores, como es el caso del cuento 'El caballo y el asno'.
Guiainfantil.com ofrece una fábula que enseña a los niños a que se debe ayudar a la gente honesta. Si no le tendemos la mano, podemos estar perjudicando a nosotros mismos. Una buena vía para entretener y a la vez educar a los niños en valores.

El caballo y el asno

El asno y el caballo
Un hombre tenía un caballo y un asno.
Un día que ambos iban camino a la ciudad, el asno, sintiéndose cansado, le dijo al caballo: - Toma una parte de mi carga si te interesa mi vida.
El caballo haciéndose el sordo no dijo nada y el asno cayó víctima de la fatiga, y murió allí mismo.
Entonces el dueño echó toda la carga encima del caballo, incluso la piel del asno. Y el caballo, suspirando dijo:
- ¡Qué mala suerte tengo! ¡Por no haber querido cargar con un ligero fardo ahora tengo que cargar con todo, y hasta con la piel del asno encima!
Cada vez que no tiendes tu mano para ayudar a tu prójimo que honestamente te lo pide, sin que lo notes en ese momento, en realidad te estás perjudicando a ti mismo.

la carrera de zapatillas

Cuento infantil. Carrera de zapatillas

Cuentos para niños que fomentan la amistad

Había llegado por fin el gran día. Todos los animales del bosque se levantaron temprano porque ¡era el día de la gran carrera de zapatillas! A las nueve ya estaban todos reunidos junto al lago.
También estaba la jirafa, la más alta y hermosa del bosque. Pero era tan presumida que no quería ser amiga de los demás animales.

Carrera de zapatillas: cuento infantil sobre la amistad

Cuento sobre la amistad: Carrera de zapatillas
La jiraba comenzó a burlarse de sus amigos:
- Ja, ja, ja, ja, se reía de la tortuga que era tan bajita y tan lenta. - Jo, jo, jo, jo, se reía del rinoceronte que era tan gordo.
- Je, je, je, je, se reía del elefante por su trompa tan larga.
Y entonces, llegó la hora de la largada.
El zorro llevaba unas zapatillas a rayas amarillas y rojas. La cebra, unas rosadas con moños muy grandes. El mono llevaba unas zapatillas verdes con lunares anaranjados.
La tortuga se puso unas zapatillas blancas como las nubes. Y cuando estaban a punto de comenzar la carrera, la jirafa se puso a llorar desesperada.
Es que era tan alta, que ¡no podía atarse los cordones de sus zapatillas!
- Ahhh, ahhhh, ¡qué alguien me ayude! - gritó la jirafa.
Y todos los animales se quedaron mirándola. Pero el zorro fue a hablar con ella y le dijo:
- Tú te reías de los demás animales porque eran diferentes. Es cierto, todos somos diferentes, pero todos tenemos algo bueno y todos podemos ser amigos y ayudarnos cuando lo necesitamos.
Entonces la jirafa pidió perdón a todos por haberse reído de ellos. Y vinieron las hormigas, que rápidamente treparon por sus zapatillas para atarle los cordones.
Y por fin se pusieron todos los animales en la línea de partida. En sus marcas, preparados, listos, ¡YA!
Cuando terminó la carrera, todos festejaron porque habían ganado una nueva amiga que además había aprendido lo que significaba la amistad.
Colorín, colorón, si quieres tener muchos amigos, acéptalos como son.

y comprendió la amistad que le ofrecía el pajarito. Todo se iluminó de color naranja. Aparecieron árboles frutales y una gran alfombra de flores. Cuando estaban más relajados, apareció el color añil y, de los ojos del camaleón, cayeron unas lagrimitas. Estaba arrepentido de haber sido tan orgulloso y de no valorar aquello que era realmente hermoso. Abrazó al pajarito, y pidió disculpas al pajarito y a los demás animales, y desde aquel día

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pComienza así nuestra historia: un camaleón orgulloso, que se burlaba de los demás por no cambiar de color como él, se pasaba el día diciendo: ¡Qué bello soy! No hay ningún animal que sea tan lindo como yo. Todos admiraban sus colores, pero no su mal humor y vanidad. Un día, paseaba por el campo, cuando de repente, comenzó a llover. Después de la lluvia salió el sol junto con el arco iris. El camaleón levantó la vista y se quedó sorprendido al verlo, pero envidioso dijo: ¡No es tan bello como yo! ¿No sabes admirar la belleza del arco iris? –dijo un pequeño pajarito que estaba en la rama de un árbol cercano.- Si no sabes valorarlo, es difícil que conozcas las verdades que te enseña la naturaleza; si quieres, yo puedo ayudarte a conocer algunas. Mmm… ¡está bien! –dijo el camaleón. Los colores del arco iris te enseñan a vivir, te muestran los sentimientos. Pero el camaleón le contestó: ¡Mis colores sirven para camuflarme del peligro, no necesito sentimientos para sobrevivir! Y el pajarito le dijo: Si no tratas de descubrirlos, nunca sabrás lo que puedes sentir a través de ellos. Además, puedes compartirlos con los demás como hace el arco iris con su belleza. El pajarito y el camaleón se sentaron en el campo. Los colores del arco iris se posaron sobre ellos, haciéndoles cosquillas en sus cuerpecitos. El primero en acercarse fue el color rojo, subió por sus pues y de repente estaban rodeados de manzanos, de rosas rojas y anocheceres. El color rojo desapareció y, en su lugar, llegó el amarillo, dando vueltas por encima de sus cabezas. Estaban sonrientes, alegres, bailaban y olían el aroma de las flores. El amarillo dio paso al verde, que se metió dentro de sus pensamientos. El camaleón empezó a pensar en su futuro, sus ilusiones, sus sueños, y recordaba los amigos perdidos. Luego siguió el azul oscuro, el camaleón sintió estar en la profundidad del mar, nadando con peces y delfines. Salieron a la superficie y contemplaron la noche, había un baile en el cielo, y las estrellas se habían puesto sus más brillantes vestidos. El camaleón estaba entusiasmado. La fiesta terminó y apareció el color celeste. Comenzaron a sentir una agradable sensación de paz. Flotaban entre nubes y miraban el cielo. Una nube dejó caer algunas gotitas de lluvia y se mojaron, pero igual estaban contentos. Se miraron a los ojos y sonrieron. El color naranja se había colocado justo delante de ellos. Por primera vez, el camaleón, sentía que compartía algo y comprendió la amistad que le ofrecía el pajarito. Todo se iluminó de color naranja. Aparecieron árboles frutales y una gran alfombra de flores. Cuando estaban más relajados, apareció el color añil y, de los ojos del camaleón, cayeron unas lagrimitas. Estaba arrepentido de haber sido tan orgulloso y de no valorar aquello que era realmente hermoso. Abrazó al pajarito, y pidió disculpas al pajarito y a los demás animales, y desde aquel día nunca más se burló de sus compañeros.

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jueves, 11 de junio de 2015

Uga la tortuga

¡Caramba, todo me sale mal! se lamenta constantemente Uga, la tortuga. Y es que no es para menos: siempre llega tarde, es la última en acabar sus tareas, casi nunca consigue premios a la rapidez y, para colmo es una dormilona.
¡Esto tiene que cambiar! se propuso un buen día, harta de que sus compañeros del bosque le recriminaran por su poco esfuerzo al realizar sus tareas.

Cuento infantil sobre la perseverancia

Tortuga
Y es que había optado por no intentar siquiera realizar actividades tan sencillas como amontonar hojitas secas caídas de los árboles en otoño, o quitar piedrecitas de camino hacia la charca donde chapoteaban los calurosos días de verano.
-¿Para qué preocuparme en hacer un trabajo que luego acaban haciendo mis compañeros? Mejor es dedicarme a jugar y a descansar. - No es una gran idea, dijo una hormiguita. Lo que verdaderamente cuenta no es hacer el trabajo en un tiempo récord; lo importante es acabarlo realizándolo lo mejor que sabes, pues siempre te quedará la recompensa de haberlo conseguido.
No todos los trabajos necesitan de obreros rápidos. Hay labores que requieren tiempo y esfuerzo. Si no lo intentas nunca sabrás lo que eres capaz de hacer, y siempre te quedarás con la duda de si lo hubieras logrados alguna vez.
Por ello, es mejor intentarlo y no conseguirlo que no probar y vivir con la duda. La constancia y la perseverancia son buenas aliadas para conseguir lo que nos proponemos; por ello yo te aconsejo que lo intentes. Hasta te puede sorprender de lo que eres capaz.
- ¡Caramba, hormiguita, me has tocado las fibras! Esto es lo que yo necesitaba: alguien que me ayudara a comprender el valor del esfuerzo; te prometo que lo intentaré.
Pasaron unos días y Uga, la tortuga, se esforzaba en sus quehaceres.
Se sentía feliz consigo misma pues cada día conseguía lo poquito que se proponía porque era consciente de que había hecho todo lo posible por lograrlo.
- He encontrado mi felicidad: lo que importa no es marcarse grandes e imposibles metas, sino acabar todas las pequeñas tareas que contribuyen a lograr grandes fines.

los musicos de bremen